En casa de tío James

De nuevo le tocaba estar un par de días con el tío James. Los viajes profesionales de su madre, no le daban otra opción. No es que no le gustara su solitaria casa en la playa, pero es que cada vez que estaba con su tío, acababa agotada y en muchas ocasiones llena de magulladuras. Por lo general, con su tío, se lo pasaba bien y ambos disfrutaban cuando estaban juntos. Por la mañana, la llevaba al cole en ese cochazo gris y por la tarde la iba a buscar y se iban al parque o merendar a algún hotel. Por las noches deberes, cena y a la cama. Eso era un día normal, pero en ocasiones..., en ocasiones, al tío se le ocurrían juegos que no le acababan de gustar. A veces hacían carreras con algunos coches de la autopista, otras veces tenían que correr por los escaleras de emergencia de algún hotel, o saltaban a alguna barca del puerto y se la llevaban prestada a toda prisa. Estos juegos,   envueltos de mucho ruido y del revuelo de la gente de alrededor, siempre acababan igual. La carrera de la autopista  se acababa cuando los otros coches se chocaban o explotaban. Las carreras por las escaleras finalizaban cuando el otro corredor gritaba de cansancio y se tumbaba. Las carreras de barcas se acababan cuando nos bajábamos en marcha de la barca y dejábamos que esta siguiera sola por el rió. Así, era como acababan, pero últimamente se había dado cuenta de que muchas empezaban de una misma forma. Sonaba el teléfono móvil de su tío y este respondía : "Bond al habla"