Tiempo

Lo habían conseguido. 300 personas trabajando duro durante cinco años para lograr el sueño de un loco millonario que ahora, por fin, estaba ocurriendo. Todo inmóvil, los compañeros, los relojes de pared, los relojes de arena, el chorro del grifo. Salió al pasillo para comprobar que todo permanecía quieto y que no era una broma de sus colegas. Si, ya era oficial, habían conseguido detener el tiempo, una sonrisa iluminó su cara y de sus ojos se intentaba escapar alguna lágrima. La única pena era que ahora estaba el sólo para disfrutarlo. Por los ventanales veía los pájaros flotando y en la lejanía pudo descubrir un avión, inmóvil allí arriba. Se dio una vuelta por el área comprobando la locura del instante. Pudo curiosear con total impunidad por las mesas de sus compañeros, corregir algún accidente con el café matinal del secretario, evitar el enceste en la papelera del deportista de la oficina, en definitiva, se divirtió un buen rato. Cuando se cansó, volvió a la sala de ensayos y liberó el pulsador de la máquina, pero...nada!. Todo seguía quieto!. El tiempo no volvía a ponerse en marcha. Insistió pulsando y liberando una y otra el botón que se supone le devolvía su vida. La angustia se apoderó de él mientras intentaba descubrir que era lo que estaba fallando. Algo había sido mal calculado o no se había tenido en cuenta. De repente se dio cuenta. Durante su divertida exploración, la luz exterior que entraba por los ventanales, había hecho que no extrañara la falta de luz artificial y por otro lado, hora que lo pensaba, todos los ordenadores estaban apagados. Supuso entonces que, los electrones que generan la electricidad al desplazarse, habían sido también detenidos, y por tanto, ahora, no tenia energía. Estaba obligado a resolver un problema que durante los cinco años de proyecto nadie había sido capaz de considerar. Ahora estaba solo, pero por lo menos tenia... Tiempo