Las posibilidades eran infinitas. Con la rotación terrestre, se generaba electricidad, pero si eramos nosotros los que inducíamos la electricidad en el bobinado terrestre, que por aquel entonces llamábamos "Geotrón", se generaba una fuerza en la propia tierra, la cual dependiendo de la dirección de la corriente eléctrica, actuaria a favor o en contra de la rotación. La teoría nos decía, que íbamos a ser capaces de alterar la rotación de la tierra. Podríamos acelerar su velocidad, ralentizar, frenarla por completo e incluso podríamos hacerla girar en sentido contrario. Claro que, eso, no iba a suponer retroceder en el tiempo como sale en alguna película, aunque ninguno estabamos completamente seguros de lo que podrían llegar a suponer todas estas alteraciones. Habíamos encontrado el punto de apoyo que pedía Arquímedes para poder... mover el mundo!!!.
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